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A veces, nos movemos por la vida como un personaje, sin dejarnos ver del todo. Como si lleváramos una máscara o una coraza que nos tuviera que proteger de los peligros del día a día. Hay muchos miedos que nos impiden mostrarnos como realmente somos. Sobre todo, el miedo al rechazo o a no ser aprobados por las personas que son importantes para nosotros. También ante los juicios que puedan hacer, por ejemplo, en el ámbito laboral o en las relaciones de pareja. Pero hay dos problemas con esta coraza:
Para deshacernos de esta coraza, es importante saber cuál es el motivo que la mantiene. Como decíamos, lo que hay detrás es el miedo. Pero, ¿de qué tienes miedo?, ¿qué es lo peor que puede pasar si te muestras tal y como eres?
Después de contestar a estas preguntas, te dejamos una serie de ideas que quizá puedan ayudarte a desprenderte de la máscara:
Cuanto antes asumamos esto, mejor. Siempre va a haber alguien a quien no gustemos, por un motivo u otro. O incluso una persona que de forma habitual nos aprueba, no estar de acuerdo con algo que hagamos o digamos.
Intentar gustar a todo el mundo es una tarea frustrante, porque básicamente, es imposible.
Las personas que conocen tus debilidades y aun así se quedan, lo hacen porque te quieren y te aceptan en todo tu conjunto. De la misma manera que tú quieres y aceptas a determinadas personas, aunque a veces no te guste su forma de ser o de comportarse.
En todos los ámbitos de la vida, en la pareja, como profesional, en las relaciones de amistad… Lo que más nos atrae es una persona que se muestra tal y como es, siendo auténtica y honesta.
Tu valía no depende de la opinión de nadie. Si alguien decide que no le gustas o que no quiere formar parte de tu vida, no quiere decir que tu valgas menos, solo quiere decir que a esa persona no le has encajado. De la misma manera que otras personas no terminan de encajar a ti. Eres valiosa por ser quien eres, con independencia de la mirada de los demás.
A veces, no son los demás los que ponen la presión, sino que lo hacemos nosotras mismas. Pretender ser perfecta en todo lo que haces es una tarea muy cansada y frustrante porque, de nuevo, es imposible ser perfecta en todo.
Queremos ser la pareja perfecta, la profesional perfecta, la amiga perfecta… y al no conseguirlo, nos frustramos y nos sentimos mal con nosotras mismas porque no estamos a la altura. Pero la realidad es que eres humana y, por lo tanto, imperfecta. Una cosa es querer actuar lo mejor posible y otra muy distinta pretender no equivocarse nunca.
Si sientes la necesidad de mantener una coraza con esas personas, quizá no estés en el sitio adecuado. Puede que sean personas que tienden a juzgar al resto y que por eso no quieras dejarte ver tal como eres, por si la siguiente a la que juzgan es a ti.
Piensa si ese tipo de personas son con las que te sientes a gusto. Y si la respuesta es no, toma distancia, siempre que sea posible y rodéate de personas con las que no tengas miedo a ser juzgado constantemente.
Qué te apetece hacer. Qué necesitas. Dónde te sientes cómoda. Dedica un tiempo a prestarte atención para saber qué dirección tomar. No te compares con los demás ni esperes que su camino sea el tuyo. Cada persona tiene sus propias prioridades, sus experiencias previas y sus necesidades.
Escucha las tuyas para saber hacia dónde quieres ir. Quizá, habrá personas que consideren que ese no es el camino correcto. Pero eso es porque cada una tenemos nuestro propio camino. Y el que es correcto para ti, no necesariamente tiene que serlo para otra.
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